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MEDITACIÓN

Los viernes por Karina Flache

La meditación

     La meditación es un entrenamiento mental, que se ha practicado desde tiempos remotos, en distintas formas y países, una experiencia totalmente intransferible que cada persona debe experimentar en sí misma. Es un encuentro con nuestro silencio interno, con la quietud de nuestra mente, donde, silenciadas las interferencias de nuestros constantes pensamientos, surge la chispa divina que nos lleva a una apertura mayor de nuestra creatividad, donde la paz y la serenidad, son sus principales objetivos. Muchos grandes genios y filósofos se ayudaron de dicha práctica como vía de conexión para sus inspiraciones.

 

Mi experiencia:

     En mis primeros encuentros con el arte de meditar, mi inquieta mente me hacía sentir incómoda, siendo pocas las ocasiones en las que encontraba quietud. Supongo que tendría demasiada resistencia, demasiadas vocecitas incordiándome en la cabeza. Todo esto me impedía encontrar el momento para sentarme y practicar. Siempre había algún pretexto para no hacerlo.

Después de experimentar con diferentes técnicas y llegar a tener breves momentos de quietud, al finalizar un interesante curso, con un no menos interesante maestro, me sentí tan motivada que me propuse una rutina de veinte minutos diarios. Hasta que un día de esos del que nada esperas, tuve la increíble experiencia de vivir esa profunda alegría y paz que surge del espacio que se crea en la conciencia cuando todo se para y percibes tu propia esencia divina, la totalidad del cuerpo, la mente y el espíritu. Es un placer que no surge de los deseos mundanos (que duran bien poco), sino del propio ser, espíritu, alma o como prefiramos llamarlo. A partir de entonces, la meditación se convirtió en un deseado momento en donde sentir mi cuerpo y observar mi incesante actividad mental hasta encontrar la quietud. Actualmente la observación de los pensamientos que van y vienen se ha convertido en algo habitual, recurriendo al silencio cuando el torbellino mental pretende apoderarse y dirigir mis emociones, solo es cuestión de práctica y mucha presencia.

     Dice Eckhart Tolle, en su libro Un mundo nuevo ahora, lo siguiente: "Descubre huecos en el torrente de tus pensamientos. Sin estos huecos tus pensamientos se vuelven repetitivos, desprovistos de toda chispa creativa. No te preocupes por la duración de esos vacíos, basta con unos segundos. Es más importante la frecuencia que su duración. Detén tus actividades cotidianas y observa tu respiración. Especialmente ese punto muerto entre la exhalación y la inhalación. Hazlo a menudo a lo largo del día durante un año y observarás el poder transformador de esta práctica. Además es gratis y no tienes que asistir a ningún curso. La conciencia de la respiración, como forma de meditación, es algo tan aparentemente insignificante, tan sencillo, que seguramente te proporcionará la mejor felicidad. Con la práctica, descubrirás un placer al que podrás acceder cuando quieras. Tu cuerpo ya tiene el mensaje, y la calma aparecerá con rapidez. Podrás experimentar con diferentes meditaciones, pero la búsqueda siempre será la misma: esos espacios o silencios entre el fluir constante de nuestros pensamientos".

     Eso sí, no hay que esperar milagros, ni estados alterados de conciencia. Evitemos marcarnos expectativas a la hora de meditar. Lo que tenga que venir vendrá por sí solo. Convirtámonos solamente en los observadores de nuestra respiración, del movimiento del aire entrando y saliendo de nuestros pulmones, de sus intervalos. Ampliemos un poco el espacio en la constante sucesión de nuestros pensamientos. No juzguemos. No hagamos nada. Observemos solamente desde nuestra distancia. Estamos aportando conciencia a nuestra vida y, al hacernos más conscientes de nuestros pensamientos, podremos filtrar solo los que nos beneficien. La negatividad, una de las tendencias humanas, se manifiesta a través del incesante flujo de pensamientos nocivos que surgen de nuestro inconsciente, alterando nuestras emociones y repercutiendo en nuestras acciones.

     Tampoco debemos extrañarnos si surge algún dolor, bloqueo o emoción. Todas esas manifestaciones también forman parte de nosotros. Observémoslo tratando de no identificarnos, como si lo miráramos en una pantalla de cine, fuera de nosotros.

Meditemos para sentir todo lo que está en nosotros. Todo lo divino que ya poseemos y quisiéramos encontrar fuera.

Dice Heráclito: “Lo único permanente en la vida es el cambio”.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Teresa Blanes

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